Els jardins de la Tropical a L’Havana, Cuba, van ser durant molts anys un dels espais enjardinats més importants d’aquesta ciutat. A més a més de jardins aquest espai dedicat a l’oci tenia diferents locals per a l‘esbarjo i el ball.
En els seus bons temps el conjunt estava format per grutes, laberints, salts d’aigua, berenadors, cafeteries i un gran saló de ball. Actualment formen part del Parc Metropolità de La Havana i existeixen diferents projectes per a la seva recuperació.
El parc és encara un bon testimoni de la influència de la jardineria modernista catalana més enllà del nostre país. Hi ha qui sosté que no ha existit una jardineria modernista i parla només de jardins romàntics. Pot ser només és una qüestió de vocables, però no hi ha dubte que a Catalunya des dels darrers 30 anys del segle XIX i fins entrada la primera dècada del segle XX en va concebre un conjunt de jardins amb uns trets característics que els defineixen i que els diferencien d’altres tipus de jardineria produïda a altres llocs. Si es pot parlar de jardineria protomodernista o d’un estil de jardineria paisatgista modernista català és una qüestió que ja vam abordar a “Els jardins modernistes de Barcelona …” i no insistirem ara.
El cas que ens ocupa ara és per constatar que d’això no només en parlem nosaltres.
A continuació transcrivim una entrevista realitzada per M. Peregrín i O. Calvo a Yaneli Leal del Ojo, historiadora i autora del libro Los Jardines de la Tropical, que publicará Ediciones Boloña (Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Dirección del Patrimonio Cultural).
Glorias y penas de los Jardines de la Tropical
Hay un sitio precioso, entrañable para muchos habaneros, que fue uno de los refugios de recreo y esparcimiento desde principios del pasado siglo. Los Jardines de la Tropical, sin embargo, han quedado en el olvido y, peor, su belleza y prestancia empañados por la mala fama de años de gestión desafortunada. Es, sin dudas, uno de los lugares más hermosos de La Habana, de los más necesarios, que urge recuperar para todos.
Sobre el tema conversamos con Yaneli Leal del Ojo de la Cruz, licenciada en Historia del Arte y profesora del Colegio San Gerónimo, autora del libro Los Jardines de la Tropical, que publicará Ediciones Boloña.
¿Cómo se concibió y se creó este espacio de los Jardines de la Tropical?
-Los Jardines fueron una iniciativa de los propietarios de la fábrica de cerveza La Tropical. Habría que remontarse hasta finales del siglo XIX, cuando los entonces Condes de la Mortera, emigrantes españoles que hicieron su fortuna en la segunda mitad de la centuria en Cuba, invirtieron en una fábrica de hielo, se hicieron luego de la gran fábrica de cerveza La Tropical, que estaba en Puentes Grandes, y viendo que su industria ganaba creciente prestigio, decidieron luego invertir en una estrategia que les propició un éxito definitivo: un gran parque recreativo, muy cerca de la fábrica, en lo que entonces se conocía como Valle de San Gerónimo, donde se celebraban reuniones de todo tipo, sociales, privadas, pero fundamentalmente con la intención de vender allí sus productos, que cubrían una amplia gama, desde diferentes marcas de cerveza como Tropical, Cristal o Bola Roja, hasta refrescos como la Maltina Tívoli, también fabricada por esa industria.
Todo esto le dio a la ciudad un sitio único. Es importante el hecho de que se creó un sitio para vender, pero diferente. Se inaugura en 1904, y en La Habana de entonces no existía un parque recreativo de su magnitud ni en el resto del país. Un parque natural, con salones de recreo, de baile…
Las secciones del Parque Güell que más similitudes guardan con La Tropical no estaban construidas cuando se inaugura el parque habanero.
Y con grandes valores arquitectónicos, pues introduce el modernismo catalán en Cuba.
-Sí, los Jardines tienen muchos aciertos. Uno es la idea de crear un espacio público para la recreación; el hecho de haberlo concebido con una idea de jardín paisajista, modernista, de haber aprovechado la vegetación natural del Valle de San Gerónimo junto con el río Almendares, que para entonces estaba aún saludable. Se dice que se hacían grandes regatas por el río. El parque fue inaugurado con tres grandes salones, que respondían a un estilo muy en boga por entonces, mundialmente conocido como Art Nouveau, pero que tiene corrientes en muchos países de Europa, con nombres específicos en cada uno. En Cataluña se hablaba de modernismo.
Se dice que hay similitudes con el Parque Güell…
-Esa ha sido una idea por mucho tiempo recurrida en quienes visitan el parque, tanto cubanos como extranjeros, que llegan y de cierta forma sienten el espíritu del Parque Güell de Barcelona. Sin embargo, es curioso notar que, aunque en Cuba tenemos nuestras inspiraciones de muchas obras de la arquitectura mundial, paradigmáticas, el parque nuestro, los Jardines de La Tropical, se construyó al mismo tiempo que el Parque Güell de Barcelona. Son dos parques cuya construcción arranca en los primeros años del siglo XX. Los Jardines de la Tropical se terminan en 1904, y el Parque Güell es concluido en 1914. Las secciones del Parque Güell que más similitudes guardan con La Tropical no estaban construidas cuando se inaugura el parque habanero. Hay que dar el reconocimiento merecido a la creatividad de nuestro maestro de obras, que compartía el espíritu de un estilo, de un sentimiento epocal, de una manera de concebir y hacer el arte que lo hermanaban con su contemporáneo catalán, pero que realmente no se inspiró en el Parque Güell.
Es un hecho importante para destacar el valor del oficio del maestro de obras.
-Su nombre fue Ramón Magriña. Fue el maestro de obras principal de los Jardines, el creador de todo su diseño paisajístico, de todos sus salones… Ya luego, pienso que entre 1909 y 1911, tuvo el apoyo de otro maestro de obras catalán. Una vez inaugurados los Jardines se mantuvo viviendo en el Parque por unos años; por lo menos la primera década del siglo XX la vivió completa allí. Se consideraba albañil, pero también jardinero. Admiraba mucho el oficio de la jardinería, y permaneció en el Parque para mantener su diseño vegetal.
Hay que dar el reconocimiento debido a este hombre, olvidado por la historia; no es un nombre que se registra en los libros de arquitectura, en la memoria de nuestros constructores. Es un olvido que han sufrido muchos maestros de obras desde el período republicano con las rivalidades legendarias que existieron entre ellos y los arquitectos titulados. Una vez hubo en Cuba una escuela de arquitectura, es conocido el enfrentamiento entre arquitectos y maestros de obras; se decía que estos últimos no estaban suficientemente preparados y debían asumir obras menores, pero proyectos como Los Jardines nos hablan de un muy buen oficio y de la excelencia que se alcanzó en él. (Sobre aquest tema dels litigis entre arquitectes i mestres d’obres també en sabem a casa nostra amb motiu del projecte i la construcció del Parc de la Ciutadella de Barcelona. Un dia en parlarem)
Estuvimos hablando con la gente en la calle y entre otras opiniones, se ve que la gente identifica a Los Jardines con la cerveza, el producto que les dio origen, pero desconoce mucho de su historia.
-Los dueños de la fábrica de cerveza de La Tropical, que encomendaron la creación de Los Jardines, fueron sus propietarios durante los primeros 50 años del siglo. Fue un lugar harto conocido en ese tiempo, desde 1904 nunca se detuvo allí la actividad. Fue sitio de esparcimiento de la sociedad habanera y cubana en general, y de extranjeros que visitaban el país, porque estaban muy bien señalados en todas las guías turísticas, en todos los mapas de la ciudad, y las revistas de entonces recogen un sinnúmero de crónicas sociales de los muchos eventos que allí tuvieron lugar, lo mismo picnics de familias que reuniones masivas (se habla incluso de fiestas con una concurrencia de hasta diez mil personas) y fiestas de sociedades, instituciones, colegios…
Entre las sociedades estuvieron las españolas, que aunque contaban con sus propias sedes en La Habana, no dejaron de servirse de Los Jardines para celebrar ocasiones más al aire libre, por la excelencia natural y arquitectónica del lugar, por el río y los hermosos salones.
Todas estas instalaciones se conservan aún hoy. Se requiere un proyecto de restauración significativo que les devuelva el esplendor que tuvieron en los primeros años del siglo XX.
Los Jardines estaban repletos de pequeños barcitos, cenadores, que propiciaban que a lo largo del río uno pudiera sentarse y compartir tranquilamente con familiares o amigos.
¿Cuántos salones se han mantenido en el tiempo? ¿Cuántos se han perdido?
-Los Jardines fueron inaugurados con tres salones: el Salón Ensueño, el Salón Mamoncillo y el Salón La Cúpula. Eran tres preciosos salones construidos en ferrocemento. En su estructura se usaba un material muy novedoso para la época: a inicios del siglo XX, el cemento se había usado en Cuba en unas pocas obras como el Acueducto de Albear o los primeros tramos del Malecón. Era un material muy moderno que recién incursionaba en Cuba y se construían las primeras fábricas de cemento. De hecho, tuvimos la primera de Iberoamérica. Y este novedoso material se empleó con una gran excelencia en Los Jardines, si se toma en cuenta lo nuevo que era. Porque no sólo la estructura de esos salones era de hormigón armado, sino que también la decoración era de cemento gris. Es lo que distingue a esos primeros tres salones, donde las columnas, los arquitrabes, los techos van simulando troncos y ramas de árboles, flores, estrellas marinas… A veces no se percibe claramente hasta dónde llega la obra humana y dónde comienza la de la naturaleza.El Salón Ensueño, techado y en una zona alta, servía como salón mirador en su planta superior y tenía cuatro hermosas torres en los laterales con unas vistas impresionantes de los jardines. El Salón Mamoncillo fue el segundo, y se construyó a partir de un árbol de mamoncillo que tenía 200 años por entonces y que crea instalaciones como barra de cerveza, reservados y una capilla en la que, según voz popular –no tengo constancia gráfica-, se celebraron las primeras bodas entre blancos, negros mestizos.
La Cúpula era un salón más pequeño, tiene una estructura muy similar a lo que sería un caney, pero también de ferrocemento y, según las fotos antiguas, totalmente rodeado de enredaderas y otros elementos vegetales.
Luego se le incluyeron otros espacios: el más significativo fue añadido a la altura de 1911, un castillo neo-árabe, que entonces funcionó como casa de juegos, con mesa de billar, piano, aunque no se hacían apuestas.
Todas estas instalaciones se conservan aún hoy, aunque con un estado de deterioro lamentable porque han pasado muchos años, es un jardín que ya pasó del siglo de vida y que en 2014 cumplirá 110 años. Se requiere un proyecto de restauración significativo que le devuelva el esplendor que tuvo en los primeros años del siglo XX.
No obstante, hay que aclarar que las estructuras están y son salvables. La única que se perdió totalmente en 2011 fue un pequeño chalet de madera, precioso, que era la única construcción de madera que había en el parque, y que por muchos años fue la residencia del maestro de obras.
Ha habido, eso sí, transformaciones significativas. En el Salón Mamoncillo fue talado el árbol, y pavimentó la zona donde estaba sembrado. Es lamentable, porque elimina la memoria de la esencia de ese salón. Otras estructuras como bancos, secciones de cerca, sobre todo mobiliario urbano, han sido las más perjudicadas y parte de ellas se ha perdido, sobre todo por la falta de cuidado y de mantenimiento periódico.
Evidentemente, ha faltado una estrategia de promoción del sitio para recuperarlo como ese lugar de encuentro que fue, como ha sucedido con otros parques como el de La Cotorra…
-Y el de La Polar… De hecho, el mismo Bosque de La Habana, que se inauguró en 1937 y abrazó e incluyó a los Jardines de La Tropical, también es un espacio natural que tenemos y que no aprovechamos, que tampoco está atendido como debería… Es un asunto de gestión, de crear espacios, de atraer a la gente con ofertas que se necesitan y que no se cubren. Los Jardines hoy se pueden visitar a cualquier hora del día, no están cerrados al público, y la gente no lo sabe. Solamente los que los frecuentan hoy van para asistir a algún concierto, que se convoca de noche, cuando apenas se ven los salones bellísimos que todavía están allí, pero de día apenas son frecuentados, y están abiertos.
Todos los movimientos musicales y bailes pasaron por allí, si pensamos que se abrieron en 1904 y no recesaron sus actividades hasta por lo menos el año 1960, cuando fueron nacionalizados.
Entre las opiniones hubo muchos que también recordaron los buenos años en Los Jardines, los destacaron como un lugar hermoso y necesario que debe ser rescatado.
-Los Jardines tienen esa dualidad de ser un lugar natural, de encanto, único en nuestra ciudad, y a la vez contar con valores arquitectónicos muy importantes. Fueron los primeros jardines de su tipo en Cuba y los que mejor han llegado a nuestros días entre todos los que se construyeron. Aun con todo su deterioro, lo mal llevado de su historia y de su nombre, es un sitio que debemos recuperar. Debemos convencernos de que no son insalvables, de que Los Jardines están ahí y que con una buena gestión y un buen proyecto de rehabilitación podrían servir nuevamente al buen gusto y el disfrute de los habaneros y de todos los que lleguen a La Habana. Es algo que necesita nuestra ciudad, porque no tenemos un sitio como ese habilitado para visitarlo, para frecuentarlo, y está ahí, muy cerca.
¿Tienen Los Jardines algún grado de protección actualmente?
-Si buscamos en los libros de arquitectura, de urbanismo, Los Jardines son un sitio que no se menciona, y es precisamente por eso, por el olvido, por la falta de reconocimiento. Creo que podría ayudar mucho en esto y en el rescate y conservación del lugar el hecho de que tuviera alguna categoría de monumento, la categoría que llevan los sitios con valores arquitectónicos, históricos o patrimoniales. Pienso que en el caso de Los Jardines, por su historia, por sus valores construidos, podrían trascender el espacio habanero para ser monumento de nuestro país. Hoy no están reconocidos ni como monumento local, sólo están en el Registro Nacional de Bienes Culturales de la República de Cuba, y eso de algún modo les protege pues no pueden alterarse, pero necesitan un grado mayor de protección y reconocimiento.
L’entrevista va aparèixer a la revista Cuba Contemporànea el 22 de juliol de 2013.
Les imatges s’han obtingut de:
http://adribosch.wordpress.com, http://www20.gencat.cat/portal/site/Patrimoni/, http://secretoscuba.cultureforum.net, http://cubanosporsiempre.blogspot.com.es i http://www.arnac.cu/redciencia/index.php/
També podeu consultar Ramón Magrinyà, el jardiner dels Jardins de La Tropical a l’Havana en aquest mateix blog on s’explica l’historia dels jardins i del jardiner que els va crear.
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